EL PERFIL INTROVERTIDO

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El creer que l@s trabajador@s extrovertid@s son más productivos y dan mejores resultados ha calado hondo en el sistema de creencias del empresario occidental, dejando de lado una figura que por antonomasia no hace las cosas para llamar la atención de sus jefes, lo cual los suele relegar a un segundo, tercer o cuarto plano. Nos referimos pues al trabajador/a Introvertid@.

Desde el principio, tanto en escuelas, universidades y empresas se ha fomentado al trabajador de acción en lugar del trabajador contemplador; pero empresarios de la talla de Amancio Ortega, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg o el ya fallecido Steve Jobs, son solo algunos ejemplos que se ajustan a impresionantes casos de éxito a nivel internacional con una personalidad introvertida.

Asimismo, en una lista elaborada por Forbes sobre los perfiles que necesita todo equipo de trabajo para tener éxito, la mitad de ellos disponen de cualidades más ligadas a l@s introvertid@s: la persona mediadora, cuyo punto fuerte es la habilidad de reforzar vínculos entre los empleados; la evaluadora, que analiza y valora las decisiones tomadas y el trabajo desarrollado; la investigadora, capaz de trabajar individualmente con mayor profundidad y concentración; y la observadora, un perfil de gran inteligencia que pasa desapercibido pero acaba resultando esencial para evaluar el ritmo del trabajo, sus punto flacos y sus fortalezas.

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A pesar de todo ésto, existe una “discriminación” generalizada para este tipo de perfiles que, en los procesos de selección, suelen perder su candidatura al moverse con menos agilidad en las entrevistas personales y las exposiciones en público.

Sin embargo, estos perfiles suelen aportar cualidades idóneas para el liderazgo empresarial, como son el asumir menos riesgos y más estudiados, con el objetivo de obtener mejores resultados; es más, está demostrado que cuando estos perfiles más introvertidos ocupan puestos directivos, facilitan que afloren y se desarrollen mejor las ideas de equipo, dado que no tienen el mismo afán de “protagonismo” que un perfil extrovertido.

FUENTE: El Economista

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